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Ejemplos de prácticas colusorias entre empresas

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Se conocen como prácticas colusorias a todos aquellos pactos que se generan entre las empresas para alcanzar determinados fines corporativos o comerciales, los cuales no necesariamente son legales ni mucho menos solidarios.

La gran mayoría de las empresas compiten en sus respectivos mercados. Cada una tiene su propia estrategia comercial y siempre están en busca nuevos beneficios y de un mejor posicionamiento en el escenario en el que operan.

Limitada por ciertos parámetros básicos de comportamiento, la competencia entre las empresas es un ejercicio sano que ayuda a dinamizar las áreas comerciales y a evitar la existencia de monopolios y la falta de equilibrio en ciertas actuaciones.

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Prácticas colusorias, ¿son legales?

La ley considera normal que las empresas compitan en una determinada área o sector comercial. Lo único que pide es que cumplan con una serie de principios o actuaciones mínimas que no afecten a las marcas rivales.

Salvo algunas excepciones, las prácticas colusorias no están contempladas en la legislación como un recurso válido en el sector comercial, pues el fin que persiguen es impedir, obstruir, restringir o torpedear la competencia comercial.

A diferencia de la colaboración entre empresas (una acción basada en valores como la solidaridad y beneficio común, incluido el de los clientes), las prácticas colusorias son acuerdos entre empresas que se generan a espaldas de las entidades reguladoras para obtener un beneficio particular.

Entre los objetivos más habituales de este tipo de actuaciones figuran la fijación de los precios de los productos, la repartición del mercado, la disminución de la producción o el cambio en las condiciones contractuales con proveedores, distribuidores y terceros.

Algunos ejemplos de prácticas colusorias en el mercado

Para precisar aún más el concepto, veamos algunos casos de prácticas colusorias que podemos encontrar en distintos escenarios comerciales:

1) Fijación de precios:

En este caso, los empresarios de un mismo sector se ponen de acuerdo para aumentar o bajar los precios de los productos. Sea cual sea la marca elegida por el cliente, el producto costará lo mismo. Esto limita las opciones de mercado de los consumidores y, si se trata de un aumento considerable de los precios en un momento específico, puede afectar seriamente su economía.

2) Condiciones comerciales desiguales:

El caso más recurrente de condiciones comerciales desiguales lo vemos cuando un minorista pide a un mayorista que exija condiciones mucho más estrictas a otro minorista durante sus relaciones comerciales. La idea del primer minorista es tener el camino mucho más despejado que el segundo y, de esta manera, aumentar sus beneficios. Es un claro perjuicio a la sana disputa entre las marcas que pertenecen a un mismo sector.

3) Reparto de mercado:

En este tercer caso, las empresas no van a por nuevos clientes ni su objetivo es copar otros espectros del mercado al que pertenecen. Todo lo contrario, pactan con su competencia el reparto tácito del mismo con el fin de que ningún negocio perjudique al otro. Una manera de hacerlo es estableciendo zonas geográficas para la distribución de productos o servicios en las que solo puede operar una empresa. Son una especie de fronteras comerciales invisibles.

El único escenario en el que son permitidas las prácticas colusorias es cuando dan lugar a productos o servicios que favorezcan el progreso técnico, el desarrollo social y la distribución de bienes indispensables para la supervivencia. Es decir, sólo si su objetivo es el bien común (de todo el mercado) y no sólo particular.

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