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El mayor reto de una innovación es definir quién es su cliente

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Para una empresa la innovación no debería ser sólo tener una idea y llevarla a la práctica, sino que debería tener prevista qué estrategia se va a seguir con esa innovación. Este es quizás uno de los retos más importantes a los que se enfrentan los equipos de innovación. 

Este reto requiere hacer una visualización de la evolución que puede tener el producto cuando llegue al mercado. Para ello existen diferentes metodologías que ayudan al desarrollo de escenarios con las que los equipos pueden trabajar para establecer cómo puede evolucionar el producto en el mercado. Pero cuando empezamos a trabajar sobre las previsiones nos encontramos con una primera duda: ¿a cuántos años hacemos la previsión?

Esta pregunta a día de hoy presenta elevadas incertidumbres porque se considera que las tecnologías evolucionan más rápidamente que antes. ¿Pero es eso totalmente cierto? Están evolucionando las tecnologías tan rápidamente como nos dicen.

En mi opinión en todos los campos, no. Lo que yo creo es que en cada sector se producen de forma periódica saltos tecnológicos que provocan minirevoluciones que transforman lo que se creía en ese sector, pero esos cambios no son simultáneos en todos los sectores. Lo que ocurre es que una nueva tecnología en un sector evoluciona hasta que adquiere una solvencia contrastada y, en ese momento, es cuando puede producirse el salto hacia otro sector. Y puede que también revolucione ese sector.

Pero volviendo al reto del plazo al que vamos a prever. Creo que en una innovación deberíamos hacer estimaciones de cuál es el objetivo razonable para que el negocio al menos equilibre resultados el primer año. Es decir, lo que debemos calcular es cuales son las ventas que debemos obtener para no perder dinero. Aunque si bien lo cierto es que será la evolución de las ventas lo que nos diga si las previsiones son acertadas, lo que deberemos hacer es movernos para conseguir el objetivo.

El marketing y la puesta en el mercado de una innovación aunque en muchos equipos no se considera un reto, en mi opinión sí que lo es. Y es un aspecto que debería entrar en “la carpeta del proyecto” desde el principio, porque el binomio marketing-innovación es uno de los pilares del éxito. Muchas veces el nombre del producto se escoge con excesiva rapidez y no se analiza si ya existe, y lo que es peor, no se investiga si es una “marca registrada”. Esto es algo que se puede observar en los nombres de las apps que se pueden encontrar tanto en iOS como en Android. Muchas veces se repiten los mismos nombres con pequeñas variaciones porque “es que la palabra indica lo que hace”.

Pero ¿eso siempre importa al comprador? Si revisamos las principales marcas en el mercado y los nombres de los productos, en muchos casos no tienen nada que ver. Pero cuando nuestra idea de nombre para la innovación la podamos encontrar en una búsqueda básica en google, lo mejor será que pensemos otro nombre.

Otro reto es el que se refiere a los clientes a los que dirigimos nuestra innovación y lo que queremos que atraiga a nuestros clientes. Creo que a los clientes los hemos de conquistar con pocos elementos, pero que han de ser muy claros. Si enviamos muchos mensajes diferentes sobre nuestra innovación el potencial cliente podrá sentirse intimidado y no sabrá que es lo que le hará decidir por nuestra innovación. Recordemos pues “pocas cosas y claras”. Es curioso porque este es uno de los aspectos que los grandes diseñadores han tenido siempre en cuenta: la simplicidad de las soluciones. El artista consigue llevar a la excelencia cualquier obra porque extrae de ella todo lo inútil para dejarla en su mínima expresión que es dónde está su máxima energía. Recomiendo pues que a la hora de desarrollar una innovación se vaya a buscar lo mínimo imprescindible para poder lanzar al mercado.

Esto es importante porque cuantas más opciones consideremos necesitaremos más recursos y además, seguramente, retrasaremos la salida al mercado porque habrá más posibilidades de que se presenten imprevistos.

Ahora bien lo principal del desarrollo de una innovación es tener claro quién es el cliente, es decir, para quién va a ser lo que estamos haciendo o queremos hacer. Y ese cliente puedes ser tú mismo porque necesitas solucionar un problema al que hasta ahora nadie le ha dado una solución. Lo curioso de esto último es que muchas de las grandes innovaciones de la historia eran una necesidad propia de quien la llevo a la práctica, y ese era su mayor incentivo.