
Just-in-time vs. just-in-case: cómo optimizar el stock en entornos inciertos
La gestión de stock se ha convertido en uno de los grandes desafíos de la cadena de suministro en la actualidad. Las disrupciones constantes, la volatilidad de la demanda y los cuellos de botella logísticos han puesto a prueba los modelos logísticos tradicionales de aprovisionamiento.
En este contexto, dos enfoques antagónicos vuelven al centro del debate: el just in time y el just in case.
Ambos modelos logísticos ofrecen ventajas, pero también riesgos. Mientras el primero apuesta por la eficiencia y la reducción del inventario, el segundo promueve la resiliencia ante lo inesperado. Escoger entre ellos no es una cuestión trivial: implica entender el entorno, el sector, los costes y la estrategia empresarial.
Qué es el JIT y cómo ha revolucionado la logística
El sistema just in time (JIT), cuyo origen se atribuye a Toyota en los años 50, revolucionó la manera de entender la producción y la logística. Su principio fundamental es simple pero poderoso: producir solo lo necesario, en el momento justo y en la cantidad exacta. El objetivo: eliminar el despilfarro y maximizar la eficiencia operativa.
Este modelo se basa en una estrecha sincronización entre los distintos eslabones de la cadena de suministro, desde proveedores hasta distribución. La información fluye en tiempo real, permitiendo una reacción rápida a los cambios en la demanda. De este modo, las empresas reducen sus costes de almacenamiento, disminuyen el capital inmovilizado en stock y mejoran su rentabilidad.
Sin embargo, este sistema exige un entorno relativamente estable y una alta fiabilidad de todos los agentes implicados. La menor interrupción puede generar retrasos en cadena, y detener completamente la producción.
Esta filosofía se complementa con estrategias como el stock cero, que buscan maximizar la eficiencia en la gestión logística.
Qué es el JIC y por qué ha vuelto a ganar relevancia
Por su parte, el enfoque just in case (JIC) se fundamenta en un principio opuesto: estar preparado ante cualquier eventualidad. En lugar de depender de una sincronización perfecta, este modelo acumula inventarios de seguridad y capacidades ociosas que actúan como colchón frente a disrupciones imprevistas.
Durante décadas, el JIC fue visto como ineficiente y caro. Sin embargo, la crisis del COVID-19, la guerra en Ucrania, la inflación global y los problemas logísticos derivados de la congestión portuaria han hecho que muchas empresas reconsideren este modelo. Hoy en día, acumular ciertos niveles de inventario ya no es un signo de ineficiencia, sino una muestra de una supply chain resiliente.
Para aplicar correctamente el modelo JIC, es esencial saber cómo calcular el stock de seguridad que necesita tu empresa.
La clave está en encontrar un equilibrio que permita hacer frente a la incertidumbre sin disparar los costes logísticos.
Comparativa: ventajas, riesgos y casos de uso
Eficiencia vs. resiliencia
La principal diferencia entre just in time (JIT) y just in case (JIC) radica en la forma en que cada modelo gestiona el equilibrio entre eficiencia operativa y capacidad de respuesta ante lo inesperado.
El just in time persigue una producción ajustada a la demanda real, evitando la acumulación de inventarios innecesarios. Esta filosofía permite liberar capital inmovilizado, reducir los costes de almacenamiento, minimizar obsolescencias y fomentar una dinámica de mejora continua en los procesos. No obstante, esta eficiencia extrema también genera una dependencia crítica de la puntualidad y fiabilidad de la cadena de suministro.
Reducir tiempos y errores en los procesos logísticos es clave, y hay métodos prácticos que ayudan a ahorrar tiempo en la gestión de stocks.
Por el contrario, el just in case se basa en la construcción de márgenes de seguridad frente a posibles contingencias. Su enfoque más conservador, que podría parecer anticuado en tiempos de máxima eficiencia, ha recuperado protagonismo en un entorno de alta incertidumbre. La acumulación de inventarios estratégicos, la diversificación de proveedores o el diseño de rutas logísticas alternativas permiten sostener el servicio incluso ante disrupciones graves. Este modelo implica mayores costes operativos, pero garantiza una mayor continuidad del negocio. En sectores donde el impacto de un fallo logístico es crítico, como el de la sanidad, la alimentación o la industria aeroespacial, la resiliencia se impone como prioridad.
Sectores donde cada modelo funciona mejor
La elección entre just in time y just in case no es adecuada para todas las circunstancias ni definitiva. Cada sector, incluso cada empresa dentro de un mismo sector debe analizar su contexto operativo, su nivel de exposición al riesgo y su capacidad para absorber costes o interrupciones.
En sectores con elevada previsibilidad de la demanda, relaciones estables con proveedores y estructuras de costes ajustadas, el just in time sigue siendo una apuesta ganadora. Ejemplos paradigmáticos los encontramos en la industria automovilística, donde fabricantes como Toyota o BMW (y otros muchos grandes fabricantes del sector de la automoción) han perfeccionado este sistema, integrando a sus proveedores en una cadena de suministro hipereficiente, digitalizada y sincronizada al segundo.
Por su parte, el just in case se adapta mejor a sectores con elevada incertidumbre, productos de alto valor o suministro crítico. La industria farmacéutica, por ejemplo, mantiene gestión de stock de seguridad para evitar desabastecimientos de medicamentos esenciales. En el comercio minorista, grandes distribuidores como Mercadona, Carrefour o Walmart combinan modelos híbridos, manteniendo inventarios de productos clave en centros regionales, mientras aplican principios JIT en productos perecederos o de rotación rápida.
Cada vez más empresas optan por modelos logísticos mixtos o dinámicos, que aplican uno u otro enfoque según la categoría de producto, su criticidad, la variabilidad de la demanda o el perfil del proveedor. Esta lógica segmentada permite maximizar la eficiencia donde es posible y garantizar la resiliencia donde es imprescindible.
¿Qué modelo implementar en 2025?
Factores de decisión: globalización, costes, riesgo
La decisión entre just in time y just in case no debe tomarse en abstracto, sino en función de varios factores estratégicos:
- Grado de globalización de la cadena de suministro: cuanto más dependamos de proveedores internacionales, mayor será la exposición al riesgo logístico, lo que puede justificar un enfoque JIC.
- Estructura de costes: si el coste del capital es elevado o el almacenamiento resulta prohibitivo, el JIT puede seguir siendo atractivo.
- Riesgo país y geopolítico: operaciones en regiones inestables o con frecuentes interrupciones aconsejan modelos más resilientes.
- Nivel de digitalización: una cadena de suministro altamente digitalizada y monitorizada puede gestionar mejor los riesgos, inclinando la balanza hacia el JIT.
- Estrategia corporativa: empresas centradas en el cliente y el servicio tienden a preferir modelos con mayor disponibilidad de inventario (JIC), mientras que aquellas orientadas a costes apuestan por el JIT.
Más allá de esta disyuntiva, el futuro pasa probablemente por modelos logísticos híbridos: un just in time en condiciones normales, pero con buffers estratégicos, inventarios virtuales y simulaciones de escenarios para responder ante disrupciones.
Conclusión
En el debate entre just in time y just in case, no existe el “café para todos”. Ambos modelos responden a lógicas distintas y, en entornos inciertos, deben ser evaluados con criterios estratégicos, operativos y financieros.
La gestión de stock ya no es solo una cuestión de eficiencia, sino también de resiliencia. En 2025, las empresas que logren equilibrar ambos extremos, apoyándose en datos, tecnología y planificación avanzada, serán las que lideren sus mercados.
La clave está en anticiparse, construir una cadena de suministro flexible y diseñar modelos logísticos que no solo respondan al presente, sino que estén preparados para el futuro.
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