imagen post blog default

Las sociedades cambian a las personas

Blog |

El concepto del cambio ha dado muchos giros a lo largo de la historia y los mayas dieron una de esas vueltas de tuerca. Fueron una de las culturas mesoamericanas precolombinas más importantes; se extendían por el sur del Yucatán, parte de Guatemala y Honduras entre los siglos iii y xv y llegaron a ser, en muchos aspectos, una de las civilizaciones más avanzadas de la historia.

Uno de los avances que introdujeron fue un sistema numérico parecido al actual con el que controlaban el tiempo. Así, tenían tres formas distintas de medirlo; la primera era un calendario sagrado de 260 días que se utilizaba en las ceremonias religiosas que se hacían en Chichen Itzá o Tikal, por ejemplo. Por otro lado contaban con otro para la vida cotidiana de 365 días, como el nuestro, que dividían en dieciocho meses de veinte días cada uno. La tercera forma de medir el tiempo, que es la que nos interesa ahora, era la que llamaban cuenta larga, cuya duración era 5100 años y daba lugar al llamado cambio de ciclo. Esta cuenta larga era de base veinte, como toda su numeración, y se dividía en ciclos de veinte días; los años tenían 360 días y había ciclos de veinte y doscientos años. De la misma forma que nosotros tenemos una medida que el es decenio, los mayas usaban lo que denominaban kantún para identificar periodos de veinte años; cada veinte kantunes llegaba el baktún, que duraba, por tanto, 400 años.

Quizás recuerdas que pasó el 20 de diciembre de 2012. Se habló del fin del mundo según los mayas, de un desastre que debía llegar a la tierra. No eras más que el fin del duodécimo baktún y el paso  al decimotercero. Para los mayas ese cambio de baktún significaba un cambio en su vida: «el fin del período del quinto sol (que sucederá el 21 de diciembre de 2012) dará paso a una nueva era, en la que habrá cambios positivos en todos los sentidos para la humanidad», decían. Cambio y tiempo, tiempo y cambio que otra vez se encuentran inexorablemente.

Por su lado, el taoísmo también ha tenido en el cambio uno de sus pilares. Fundada por Lao Tse hace más de 2500 años, esta doctrina tiene su centro en el hecho de que la única constante que existe y podemos encontrar en el universo es el cambio; por eso hay que aceptarlo y estar en armonía con él. Así, el taoísmo fue la primera doctrina que se dio cuenta de que lejos de ser accidentes perniciosos, los cambios son elementos integrantes y legítimos de la vida, por lo que debemos hacernos flexibles para adaptarnos a ellos. El asunto central es que ser rígido conduce a la infelicidad y el objetivo final del taoísmo es romper con la idea del accidente para ir más allá de la realidad a la que estamos acostumbrados; eso nos permitirá y llegar a un punto que nos dirija a la conciencia de la tranquilidad suprema y dicha conciencia  va más allá del tiempo y el cambio.