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Mediación: el conflicto como oportunidad

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Qué es la mediación y cómo se aplica

Difícilmente el término “conflicto” se relaciona con algo positivo, más bien con estados de ánimo negativos como el estrés, el ansia, el rechazo, la incomodidad, el miedo y la huida. 

La tendencia mayoritaria es la de preferir una vida tranquila, serena, en armonía con nosotros mismos y con los demás. 

La Mediación y sus técnicas permiten ver las cosas de manera distinta, incluso de manera opuesta como: no hay mal que por bien no venga, se podría decir que no hay conflicto que por oportunidad no venga. 

Primero habría que darse cuenta, y sobre todo aceptar, que atraemos a nuestros conflictos, como se suele decir “it takes two to tango”. 

De la misma manera habría que reconocer que hay personas que viven bien con el conflicto, que gozan e incluso lo toman como si fuera su razón de vida o su única manera de relacionarse con los demás. En este último caso la Mediación no puede hacer milagros, y serían más adecuadas otras soluciones como un Arbitraje o un Juicio. 

Sin embargo, si las partes involucradas en un conflicto saben llegar a ver una oportunidad y no le tienen miedo, las herramientas de la Mediación pueden de verdad hacer milagros. 

Se tratan de herramientas básicas dirigidas a las relaciones entre seres humanos y se tendrían que enseñar en la escuela primaria, ya que además de ayudarnos a solucionar conflictos puntuales nos permiten llevar una vida social mucho más serena y saludable, en armonía con nosotros mismos y los demás, en constante crecimiento y desarrollo personal: para utilizar una palabra muy de moda en los últimos tiempos, una vida más sostenible. 

Utilizando las técnicas de la Mediación se puede llegar a descubrir la parte oculta de un conflicto, es decir los verdaderos intereses de las partes, sus necesidades, sus miedos, sus preocupaciones y sus deseos. Todo el mundo se esconde detrás de sus peticiones, es como en un iceberg: la pequeña parte fuera del agua serían las peticiones de las partes y la parte sumergida bajo el agua y más grande serían los intereses y necesidades reales. 

Para aclarar esta distinción, hay una historia, entre anécdota y paradoja, que se suele utilizar para explicar las ventajas de la Mediación. 

Hay dos niños que se pelean por una naranja, ambos la quieren y si uno dice que la ha visto primero, el otro dice que tiene derecho por mayor edad. La madre de ellos, para apaciguarlos, corta la naranja en dos partes iguales y le da una mitad a uno y la otra mitad al otro. El conflicto parece haberse solucionado, pero solo en apariencia, ya que ninguno de los dos niños se encuentra totalmente satisfecho: cada uno de ellos quería quedarse con toda la naranja, no con su mitad. Interviene en este punto la abuela, y con la sabiduría de los mayores les pregunta a los niños por qué quieren la naranja, es decir cuál es su verdadero interés. De este modo consigue descubrir que uno se quiere beber el zumo y el otro quiere la piel para hacer una tarta. Esta vez sí que el conflicto se puede considerar solucionado con total satisfacción de ambas partes, ya que uno se puede beber todo el zumo y el otro se puede quedar con toda la piel para su tarta. 

En esta historia la madre actuaría como un juez o un árbitro, buscando una solución imparcial, mientras que la abuela sería el mediador, en búsqueda no tanto de una solución a toda costa sino de las reales motivaciones de las partes, pasando de la rigidez de las posiciones para descubrir los intereses subyacentes. Una vez encontrados,  la solución “win win” se presenta de manera casi obvia y evidente. 

En un procedimiento de Mediación hay básicamente tres etapas fundamentales: la introducción, la exploración y la negociación. 

  1. Fase introductoria:
    Las partes se encuentran por primera vez con el mediador, es normal que haya tensión entre los protagonistas del conflicto, así que el mediador toma la palabra y les explica cómo se desarrollará la Mediación. Les dice que se trata de un procedimiento voluntario, que pueden abandonar en cualquier momento si no se encuentran a gusto o si no le ven algún provecho; que se basa en la informalidad y en la privacidad (mientras que en un juicio habría que seguir unas etapas específicas y sería publico); que se pueden tener reuniones separadas además de conjuntas; que el acuerdo final, si se alcanza, tendrá valor vinculante entre las partes. Es importante subrayar que a lo largo de todo el proceso de Mediación las partes son las protagonistas, el mediador solo es un facilitador, únicamente las acompaña durante el recorrido con total imparcialidad. Es por ello que, desde la primera introducción, hay que establecer unas reglas de respeto mutuo durante las reuniones y ambos lados tendrán las mismas e idénticas oportunidades de tomar la palabra y explicar sus razones. 
  2. Fase exploratoria:
    Es la parte fundamental con diferencia del camino de la Mediación. En esta fase el mediador a través de: preguntas, escucha activa y restituciones, intentará descubrir lo que se esconde detrás de las peticiones, el intangible detrás del tangible, sus esferas emocionales, sus reales motivaciones. 
    Esta fase puede ser larga, a veces hay que pararse o dar marcha atrás y volver a empezar. Sobre todo no hay que apresurarse a llegar a una solución: durante esta etapa habría que olvidarse de finalizar en un acuerdo ya que a lo mejor ni se consigue. Lo importante es que las partes aprovechen estas reuniones para abrirse, descubrirse a sí mismas y darse mutuamente la oportunidad de mejorar su relación. Por otro lado, el mediador tiene que resistir al afán, muy humano, de sugerir respuestas y de proponer soluciones. Él no tiene que hacer nada más, y nada menos, que preguntar, escuchar y restituir, como si fuera el espejo en el que las partes se pueden mirar y confrontar. La fase exploratoria permite encontrar y analizar todas las posibles soluciones alternativas que podrían negociarse en la tercera y última etapa y llegar a un acuerdo final.
  3. Negociación del acuerdo:
    En esta última fase sigue siendo un proceso llevado a cabo por las partes y asistidas por el mediador. El mediador en esta fase también será solo facilitador y acompañante dejando claro en todo momento que, si se alcanza el acuerdo, será decisión propia de ellos. 

Como en la vida, es el recorrido lo que importa, no el destino, y cada conflicto es una oportunidad para conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, para salir de nuestra zona de confort y para evolucionar. 

“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar” y si hay obstáculos…