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Proyectos de innovación en el siglo XXI, ¿cómo financiarlos?

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Las ideas no surgen ni se financian por sí solas. Cualquier proyecto, por pequeño que sea, necesita recursos económicos para garantizar su desarrollo, sostenibilidad y, por supuesto, su éxito. Durante mucho tiempo, el préstamo bancario ha sido la opción más extendida a la hora de emprender una idea de negocio. Las entidades financieras han ofrecido (y ofrecen actualmente) numerosas alternativas para los emprendedores en materia de créditos y préstamos para realizar su sueño empresarial.

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¿Cómo ha cambiado la financiación en el siglo XXI?

No obstante, los proyectos del siglo XXI parecen optar por nuevas vías de financiación. El desarrollo tecnológico, especialmente el que ha traído la digitalización, permite que la gama de opciones se amplíe significativamente. Una de las ventajas que ha traído las nuevas tecnologías es la mayor difusión de la información en todos los sentidos, incluida la relativa a los proyectos de empresa. Hasta hace relativamente poco, sacar adelante una idea dependía casi en exclusiva de los círculos más cercanos al emprendedor (familiar, laboral, profesional, etc.). Hacerlo fuera de este entorno era visto como una decisión de alto riesgo. Ahora, aunque estos círculos se mantienen, la diferencia está en que los proyectos no dependen exclusivamente del sitio en el que se conciben. Una idea de negocio puede dar la vuelta al mundo en cuestión de minutos y encontrar adeptos en culturas y países separados por miles de kilómetros.  

Ejemplos de financiación alternativa. ¿Te gusta alguno?

Para seguir con la idea anterior, estamos en una época en la que abundan plataformas, redes y páginas en las cuales se puede encontrar información sobre miles de proyectos de negocio en todo el mundo, así como de las distintas vías habilitadas para apoyarlos. Cabe añadir que el concepto de financiación también ha variado con la aparición de las nuevas tecnologías. No sólo se trata de cómo aportar dinero, sino también de realizar cualquier contribución que le venga bien a cada proyecto. Esto se debe a que las redes sociales y las plataformas digitales por las que circula la mayor parte de la información fomentan actitudes de economía colaborativa u otras modalidades en las que no necesariamente la prioridad es lo económico. Lo importante, a fin de cuentas, es que el proyecto tenga vida propia. Pero vayamos al grano. La multiplicidad de formas de financiación de la era digital es cada día más amplia, aunque algunas sobresalen por las ventajas que suponen para los emprendedores. Repasemos las 3 más comunes:

  • Crowdsourcing:
    También conocida como colaboración abierta externalización de tareas. Las empresas recurren a ella cuando deben realizar proyectos en los que no son especialistas o cuyo coste no están en capacidad de asumir por sí mismas.
  • Crowlending:
    Es un tipo de micromecenazgo en el que las empresas y los particulares entran en contacto a través de páginas o plataformas. La contribución se realiza al margen de las entidades financieras tradicionales.
  • Crowfunding:
    Se trata de una de las formas de financiación más extendidas en la actualidad. Los emprendedores publican la información sobre su proyecto en plataformas y varios usuarios pueden unirse a su llamada para aportar financiación. A cambio, se les recompensa con contribuciones, que no necesariamente deben ser económicas.

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