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¿Qué son las capacidades y competencias organizativas?

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La gestión de proyectos no se materializa en un solo frente. Es decir, no sólo se trata de tomar decisiones y delegar responsabilidades en otros mientras se realizan cálculos, presupuestos y el estudio y análisis de movimientos financieros.

Un buen Project Manager actúa de manera transversal, y como tal está en la obligación de dominar distintos tipos de capacidades y competencias: sociales, especializadas o técnicas e incluso organizativas.

Mientras los dos primeros grupos de aptitudes le permiten comunicarse eficazmente y dominar equipos y herramientas especializadas en un área específica, la tercera de ellas habla de su capacidad de organización, planificación y proyección.

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Importancia de las competencias y capacidades organizativas

En los proyectos debe existir el mínimo margen para la improvisación. Cuanto mejor planificadas estén las tareas y el proceso en general, mejores serán los resultados que se obtengan al final del proceso. Es una regla clásica de la gestión.

Pues bien, las capacidades y competencias organizativas son las que permiten llevar a cabo todo lo planificado en las fases de diseño de un proyecto. Nos ayudan a coordinar y realizar prospecciones sobre las tareas y procesos previstos, sin importar que en muchos casos superen el campo empresarial.

O dicho en otras palabras, no son exclusivas de este tipo de gestión. La labor principal de las competencias y capacidades organizativas es contribuir a que todo encaje según lo estimado. Sin ellas, los proyectos perderían fácilmente su norte y las tareas quedarían en manos de la improvisación y la falta de planificación.

¿De qué competencias y capacidades organizativas hablamos?

Como decíamos antes, las competencias y capacidades organizativas no tienen que ver exclusivamente con la gestión empresarial. Al contrario, se extienden a otros campos y apuntan a mantener el orden y la secuencia lógica de las tareas. Repasemos algunas de las más significativas en este sentido:

  • Experiencia logística:

Es apenas razonable que quien se haga cargo de un proyecto tenga habilidades para el manejo de todo lo que supone su ejecución, tanto los bienes materiales como los inmateriales. La visión logística es fundamental en este sentido, pues habla de una buena capacidad de gestión y toma de decisiones y una alta capacidad de respuesta.

  • Conocimiento de la cultura corporativa:

A esa visión logística hay que añadirle la visión integral, es decir, una mirada que tenga en cuenta el proyecto en su conjunto e, incluso, a la organización o empresa en el que se desarrolla. Las lógicas empresariales determinan la naturaleza de los procesos, las acciones, los planes y la esencia misma de los proyectos.

  • Gestión de recursos:

Otra de las competencias y capacidades organizativas más conocidas es la que habla de la gestión de los recursos disponibles para ejecutar un proyecto. No es cualquier cosa. En este punto, muchos Project Managers se juegan su prestigio y su capacidad de respuesta a los retos que puedan surgir en el camino.

Además de gestionar los recursos, los proyectos exigen un acertado manejo de los grupos que ejecutan las labores. Esto se logra a través de un buen liderazgo y de la continuidad en la motivación, los incentivos y el reconocimiento de logros.

  • Alta flexibilidad:

Podría ser considerada una virtud antes que una competencia, pero lo cierto es que en la gestión de proyectos, un área caracterizada por cambios constantes, aprender a adaptarse y a asumir las demandas de cada contexto también es vista como una habilidad de cara a la consecución de resultados.

Recuerda: sin las competencias y capacidades organizativas, los proyectos no tendrían un norte claro y su evolución y continuidad quedarían en entredicho. Esta es la gran aportación de este grupo de habilidades de gestión.

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