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El único que te impide innovar en tu empresa eres tú mismo

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Mi empresa no es innovadora porque no tiene recursos para innovar. Esta es una frase que escucho en personas que pueden trabajar en empresas de cualquier tamaño y en cualquier sector; y que hace aflorar un sentimiento de frustración porque les impide desarrollar su potencial creativo en el trabajo que están haciendo. En el fondo, asumen la creencia de que como parece ser que su empresa no se  quiere innovar entonces ellos no pueden innovar.

Es una situación que conlleva casi una muerte en vida de aquellos profesionales con inquietudes innovadoras que frente a esta situación optan por no hacer nada y continuar haciendo “más de lo mismo”. Sin embargo, siempre existen vías alternativas para sobrellevarla porque el espíritu innovador puede buscar soluciones creativas a los problemas que se le presentan.

En las empresas que no quieren innovar podemos encontrar diferentes causas o situaciones que si queremos podemos sobrellevar o superar.

  • En mi empresa no nos dan formación para innovar.

En esto, quizás no la da, porque nadie se ha atrevido a pedirlo, por eso una primera opción es proponerlo. En el caso de que la respuesta sea negativa, entonces podemos decidir formarnos por nuestra cuenta para lo que existen hoy en día muchas opciones, tanto presenciales, pero especialmente en el mundo digital. Sin descartar la opción de leer sobre el tema tanto en libros como en publicaciones. Soy consciente que esta formación requiere dedicación pero que también hoy en día hemos de asumir que la necesidad de formarnos va a ser continuada a lo largo de nuestra vida.

  • En mi empresa no hay recursos para innovar.

En el imaginario colectivo se ha establecido un paradigma que impone una visión de que la innovación requiere de grandes recursos, tanto económicos como de personal. Que es necesario hacer I+D, que además se ve como un pozo sin fondo que se traga todo lo que se echa sin saber si servirá para algo. Pero la innovación no siempre requiere ingentes recursos, sino que requiere de la capacidad de aprovechar los pocos recursos existentes. Pero, sobre todo, de ver la innovación como un marco global en el que se piense no solo en innovar en productos o servicios sino también en los procesos y en los modelos de negocio.

Sobre la utilización de recursos tenemos los principios y metodologías que se describen bajo el paraguas de la Innovación Sistemática como el SIT, o bien en otras metodologías como la que se conoce como Innovación Frugal. En todas ellas, lo que se plantea es que hemos de usar los recursos disponibles que tengamos en nuestro entorno porque, para empezar, muchas veces es más que suficiente.

  • En mi empresa no hay liderazgo para la innovación.

El liderazgo no es algo que aparezca en una empresa de forma instantánea, es decir, ayer no teníamos un líder en innovación y hoy ya lo tenemos. El liderazgo es algo que se consigue con el tiempo a base de hacer lo que se dice, y no de decir lo que se va a hacer. El liderazgo se demuestra con hechos y no con palabras. Que en una empresa se designe a una persona como el líder de la innovación no va a hacer que lo sea realmente. Aquí se debe de tener presente la diferencia entre Auctoritas y Potestas, si no tenemos claro que uno será un líder y el otro no; no por nombrar a alguien líder significa que lo vaya a ser y que los demás lo reconozcan. Y sin embargo, nada impide que nosotros podamos iniciar un camino para convertirnos en un líder de la innovación en nuestra empresa. Podemos empezar innovando en nuestro propio trabajo, en las tareas que hacemos o en la forma en que interactuamos con nuestros clientes y proveedores tanto los internos como los externos. El hecho de proponernos innovar en aquello sobre lo que podamos actuar presenta la ventaja de que está dentro de nuestras posibilidades y de que además nos permite resucitar al muerto en vida en el que nos habíamos convertido.

  • En mi empresa no hay equipos de innovación.

Aunque no haya equipos de innovación, en todas las empresas siempre es necesario solucionar problemas, pero también aumentar la productividad o reducir costes. Todo ello, normalmente, se hace creando equipos de personas que puedan dar soluciones a los retos planteados. Aunque estos equipos no tengan se les llame “de innovación” nada impide que las soluciones que propongan no sean innovadoras. Pero para ello es necesario que se planteen y defiendan soluciones que van más allá de las rutinarias. Cuando se presenta un problema en una empresa lo habitual es que se busque la solución más rápida para cerrar el problema, más bien con la idea de parchear el problema que evitar que se vuelva a repetir. Como sabemos las “prisas son malas consejeras” pero las personas tienden a “tropezar con la misma piedra” porque no se ocupan en pensar en cómo quitarla del camino para siempre. Es con la necesidad de solucionar problemas cuando podemos empezar a introducir la innovación de forma subliminal. Por ejemplo, introduciendo formatos documentales que ayuden a describir de forma diferente el problema, o aportando check-list de preguntas que hay que contestar. Pero también, aportando soluciones creativas o diferenciales utilizando algunas de las herramientas existentes que habremos aprendido por nuestra cuenta.

Que no se innove en nuestra empresa es algo que no podemos impedir, pero que innovemos en nuestro trabajo si es algo que podemos hacer.